Solo vemos que la libido se aferra a sus objetos y no quiere abandonar los perdidos aunque el sustituto ya esté aguardando. Eso, entonces, es el duelo.
Sigmund Freud.
La transitoriedad, 1916, p311.
Solo vemos que la libido se aferra a sus objetos y no quiere abandonar los perdidos aunque el sustituto ya esté aguardando. Eso, entonces, es el duelo.
Sigmund Freud.
La transitoriedad, 1916, p311.