(…) toda negligencia es deliberada, todo casual encuentro una cita (…)
Jorge Luis Borges.
Deutsches Requiem en El Aleph (1949).
(…) toda negligencia es deliberada, todo casual encuentro una cita (…)
Jorge Luis Borges.
Deutsches Requiem en El Aleph (1949).
En su grave rincón, los jugadores rigen las lentas piezas. El tablero los demora hasta el alba en su severo ámbito en que se odian dos colores. | Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada reina, torre directa y peón ladino sobre lo negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada. |
Adentro irradian mágicos rigores las formas: torre homérica, ligero caballo, armada reina, rey postrero, oblicuo alfil y peones agresores. | No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada. |
Cuando los jugadores ya se han ido, cuando el tempo los haya consumido, ciertamente no habrá cesado el rito. | También el jugador es prisionero (la sentencia es de Omar) de otro tablero de negras noches y de blancos días. |
En el oriente se encendió esta guerra cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. Como el otro, este juego es infinito. | Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios, detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonías? |
Jorge Luis Borges. «Ajedrez» (1960)