Este ansia de innovación compulsiva disfraza lo nuevo…

Este ansia de innovación compulsiva disfraza lo nuevo y, en realidad, se parece más a la fabricación de un mundo ideal. No toda novedad está anunciando la emergencia de una diferencia. La novedad arropada de panacea está cargada de atributos mágicos. Podemos inundar la escuela de innovaciones y sin embargo ahogar la “novedad” entendida como algo de otro orden que viene a transformar matrices de pensamiento y acción. La educación no es más potente por su carácter innovador sino por su capacidad de producir alguna diferencia en el sujeto y de poner a su disposición algo que le permita ser distinto a lo que es en algún aspecto. La cuestión no es entonces ahogarnos de innovaciones sino crear condiciones para que el por-venir acontezca. El discurso de la innovación encierra una paradoja irresoluble, porque en tanto se convierte en imperativo, en estrategia previsible para un futuro fabricado, inhibe la disrupción, la verdadera novedad que solo puede registrarse luego de acontecida.

Alejandra Birgin. “Presentación” en ¿Dónde está la escuela? (2001)

El pozo

Puede cambiarse de ciudad,
mas no puede cambiarse de pozo.
Éste no disminuye y no aumenta.
Ellos vienen y van y recogen del pozo
cuando casi se ha alcanzado el agua del pozo
pero todavía no se llegó abajo con la cuerda
o se rompe el cántaro, eso trae desventura.

I Ching El libro de las mutaciones. Hexagrama 48 (1.200 a.c)

Yo no he visto jamás una alegría más expansiva ni más cordial

“Buenos Aires, 25 de mayo de 1810, 9 de la noche. Mi querido J. R: (…) La verdad es que no se puede describir la alegría del pueblo, ¡somos libres! Yo mismo no alcanzo a darme cuenta de la inmensidad de esta dicha, y bailo solo sin poder contenerme. Anoche renunció Cisneros del todo y quedó abolida la pérfida intriga de los faldonudos y granbonetes del Cabildo (…) -¡Atención, señores! -Y el escribano-secretario del Ayuntamiento Justo José Núñez nos leyó: que por la nueva acta de hoy día 25 de Mayo de 1810 quedaba constituida la Junta de Gobierno en Saavedra, Castelli, Belgrano, Azcuénaga (paisanos) Matheu y Larrea (europeos pero patriotas), con Paso y Moreno como secretarios. (…) Hazte cargo del júbilo general que estalló. De ahí corrimos a los cuarteles a hacer tocar diana y a las iglesias para echar a vuelo las campanas. Terrada mandó en el acto hacer salvas: los cohetes reventaban por todas partes; las calles llenas de barro, porque llovía bastante, y sin embargo llenas de señoras y muchachas que vitoreaban a la patria a la par del pueblo.¡Aquello era hermoso! Ha sido imposible iluminar la ciudad por causa de la lluvia y de la garúa; miles de negros y mulatillos han luchado por guarnecer de candilejas las rejas de las ventanas y las cornisas de las puertas; pero se ha recurrido a otro expediente: se han hecho abrir todas las puertas e iluminar los zaguanes; la mayor parte de las ventanas están abiertas e iluminadas por detrás de los vidrios con candelabros, y en las piezas hay niñas y señoras recibiendo sus amigos, tocando el clave y bailando. Yo no he visto jamás una alegría más expansiva ni más cordial”.

Carta de Cosme Argerich a J. R. en  Raffo de La Reta, J.C. Lecciones de Historia Argentina. Buenos Aires: Ed. Estrada, 1954.

Truman

Mi vida -como artista, por lo menos- puede ser proyectada en un gráfico con la misma precisión que una fiebre, registrándose altos y bajos, ciclos específicamente definidos. Comencé a escribir a los ocho años, inesperadamente, sin la inspiración de un modelo. No conocía a nadie que escribiera. En realidad, apenas si conocía a alguien que leyera. El hecho era que sólo cuatro cosas me importaban: leer, ir al cine, zapatear y dibujar. Luego, un día, empecé a escribir, sin saber que me había encadenado, de por vida, a un amo noble pero despiadado. Cuando Dios nos ofrece un don, al mismo tiempo nos entrega un látigo, y éste sólo tiene por finalidad la autoflagelación. Pero, naturalmente, yo no lo sabía. Yo escribía historias de aventuras, novelas policiales, escenas cómicas, cuentos que me habían narrado ex esclavos y veteranos de la Guerra Civil. Me divertía muchísimo, al principio. Dejé de divertirme cuando descubrí la diferencia entre escribir bien y mal, y luego hice un descubrimiento más alarmante aun: la diferencia entre escribir muy bien y el verdadero arte. Una diferencia sutil, pero feroz. Después de eso, cayó el látigo.

Truman Capote. Música para Camaleones (1980)

El banquete

Su vocación por la farsa es tremenda. ¿Le viene de adentro, como una «expiración», o la ejerce mediante un acto cerebral? – Nunca me lo he preguntado -le dije-. Sólo sé que en los trances más dramáticos o solemnes de mi vida siento una furia interior, poética y a la vez destructora, que me incita de pronto a una liberación por lo absurdo.

Leopoldo Marechal. El banquete de Severo Arcángelo (1965)