Alicia

Alicia y la Oruga se contemplaron mutuamente durante un rato en silencio; por fin, la Oruga retiró el narguile de la boca y se dirigió a ella con voz lánguida y soñolienta.

– “¿Quién eres ?” – dijo la Oruga.

No era éste un principio alentador para una conversación. Alicia contestó con cierta reserva:

“Yo…, yo… ahora no sé muy bien, señor…, pero sí sé quién era cuando me levanté esta mañana; me parece que he debido cambiar varias veces desde entonces.

– ¿Qué quieres decir? – dijo la Oruga en tono severo -. ¡Explícate[1]!

– Me temo, señor, que no puedo explicarme a mí misma – dijo Alicia -, porque yo ya no soy yo, como podrá ver.

– No, yo no veo nada – dijo la Oruga.

– Mucho me temo que no puedo explicárselo con mayor claridad – respondió Alicia muy cortés -, porque, para empezar, ni yo misma puedo entenderlo; y cambiar tantas veces de tamaño en un solo día es muy desconcertante.

– No lo es – dijo la Oruga.

– Bueno, quizá a usted no se lo haya parecido hasta ahora -dijo Alicia-; pero cuando tenga que volverse crisálida… y eso le pasará algún día, ¿sabe?… y luego mariposa, seguro que le parecerá un poco raro.

– Pues no – dijo la Oruga.

– Bueno, quizá sus sentimientos sean diferentes -dijo Alicia-; yo sólo sé que para  sería muy raro.

– ¡Para ti! – dijo la Oruga desdeñosamente -. Y ¿quién eres ?

Esto los devolvía al principio de la conversación.

Lewis Carroll (1832-1898). Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas (1865). Traducción y notas de Mauro Armiño (2003)


[1] En inglés: Explain yourself, que tiene dos posibles sentidos: “explícate”, y también “explícate tú a ti misma”. De ahí la respuesta de Alicia: I can´t explain myself, Im afraid, sir, because I´m not myself, you see: “Me temo, señor, que no puedo explicarme a mí misma, porque ya ve usted que no soy yo misma”.